sábado, abril 26, 2014

El niño que fui

Han pasado 34 años. Mi madre me narra que mis primeros años fueron difíciles en temas de salud. Al año y medio de nacer, sufrí de desnutrición crónica a consecuencia de una enfermedad al estómago que me sucedió en aquella edad. 

Mi madre me comenta que esperaban un suceso trágico y mi padre siempre afirma, sólo moviendo su cabeza, que lo que dice mi madre es verdad; bueno, entiendo que fue una etapa corta porque ahora me ven y mi acarician haciéndome sentir el amor y yo entiendo, que el dolor hubiese sido muy grande si los hubiese abandonado a esa edad.

Después de la etapa crítica que les indiqué, mis días pasaron sin contratiempos. Le digo a mi madre que me siga narrando lo que recuerda de mi hasta los 5 años. Me dice que fui un niño feliz, un poco un tanto panzón, cachetón y con cabello muy lacio y desteñido; entiendo que desteñido por los bichos que llevaba en la barriga.

Madre: qué recuerdas de mi a los 3, 4 y 5 años. Mi madre me dice que yo me levantaba muy temprano y salía a sentarme en la vereda de la casa, de la casa de maderas y con techo de hojas de crisnejas. Cuando mi madre me veía sentado en la vereda siempre atinaba a preguntarme: amor que haces, y yo le contestaba: pensando mami. Que curioso, antes de los 5 años me ponía a pensar y pensar. En estos tiempos no recuerdo lo que pensaba pero fue grato escucharlo.

Permitan presentarles a mis progenitores. Mi madre es María Justina, de 56 años; mi padre es Miguel Alfredo de 74 años. Diferencia 18 años de pura vida. Son dos gotas de agua que descansan y descansaran en un mismo manantial.

Tengo 3 hermanos; antes tenía 5; ósea íbamos hacer 6 hermanos. El primero se llamó Ángel y murió al año y medio de nacer. El segundo se llama Igor, un buen tipo con singularidades medias raras pero que la vida trató de una forma diferente; él vivió una adultez adelantada y ahora vive en juventud plena, un gran tipo  que me cuidó mucho cuando fui niño, siempre me defendía cuando veía que era injusto lo que podían hacer conmigo; él tiene 2 hijos y hasta ahora tiene a la última nieta de mis padres. La tercera se llamó Sugelia Milagros, la mujercita mayor, la "sisi" de toda la familia; ella falleció a los 9 años en un suceso trágico; fue una buena hermana y a quien mis padres no dejan de extrañar; siempre sollozan cuando visitan su tumba y se preguntan hasta ahora: porqué tuvo que suceder? a pesar de haber pasado 26 años de su partida al cielo, ella no las abandona; la frase que siempre recuerdo de ella y cuando discutíamos con los amigos vecinos: "desprestale". El cuarto soy yo y esta es un fragmento de mi historia. La quinta es Patricia Margarita, una hermana media rara; muy singular; a quien le importa mucho la apariencia, pero es buena; ella tiene 3 hijos, y tiene la dicha de haberle dado la primera nieta a mis padres. Mi hermana es extravagante, un tanto confundida pero sin mala intención. Es muy bella y para rejuveneciendo cada cierto tiempo. La sexta es Linda Clemencia; ella es rarísima; por ella la vida no pasa y en lugar de eso ella pasa por la vida. Para ella el mundo no rota y el día es igual que la noche. Es curiosísima.

Cuando fui niño, mis hermanos y yo es que como si hubiéramos firmado un pacto de mutua ayuda, aunque ahora las cosas estén un poco difíciles de sobrellevar. Cuando fui niños era muy pegados a ellos.

Recuerdo a los vecinos con quienes jugábamos al lingo solo y sus curiosos saltos con diversos nombres; el más atrevido: palmadita de bebe; punto y coma; patadita de burro, entre otros. Al kiwi; entre otros. Mis contemporáneos fueron piki, churro, Sandro, Pajarito, piro, entre otros.

Mi niñez fui buena etapa y quisiera que otros vivieran las mismas experiencias sanas...ahora los amigos fueron reemplazados por la tecnología y ya casi no existe el contacto físico para los juegos y todo se hace virtual, hasta se conocen virtualmente.