sábado, enero 24, 2015

La nostalgia al leer un libro

Hace dos fines de semanas atrás, terminé de leer mi primera novela del año, aquella que empecé a leerlo a fines de diciembre. Esta es una novela pequeña de 254 páginas y ahora estoy en la 200, tiene 214 notas al pié de pagina y unos pasajes muy bellos, como aquél que narra sobre la amistad en las oficinas que publiqué hace unos días. A raíz de esto, me he preocupado en adquirir una más de sus obras: Poemas de la oficina, de 1956.


Actualmente estoy leyendo La Peste de Jean-Paul Sartre, el escritor francés que rechazó el Premio Nobel de literatura hace 50 años, exactamente el 20 de octubre de 1964, lo que se llamó en su momento el "escándalo Sartre". Este autor es fenomenal y lideró en buena forma la corriente literaria-psicológica del existencialismo. Cuando le preguntaron debido a qué rechazó el Premio Nobel él manifestó que "no es lo mismo si firmo Jean-Paul Sartre que si firmo Jean-Paul Sartre, Premio Nobel" y esta conclusión resulta fenomenal y hace de que sus obras sean leídas por quienes se interesen en conocer mas allá de la propia palabra ósea apreciar el momento y las circunstancias en las cuáles se escribieron porque justamente al escribir uno "pone de manifiesto ciertas circunstancias...hay que escribirlo todo al correr de la pluma, sin buscar la palabra (página 70 de La Peste)



Lo interesante de una obra literaria es que en muchos pasajes el autor llega a coincidir con lo que muchas veces hemos pensado y que no llegamos a manifestarlo a través de una redacción por no encontrar las palabras necesarias para describirlas y cuando, por coincidencia, lo encontramos en algún libro es que llegamos a preguntarnos: ¿fue tan fácil escribirlo uando palabras fáciles?


Es así que si me pusiese a redactar todo aquello en lo que coincido con tal o cuál autor, podría redactar un libro con el solo hecho de parafrasearlo, pero ese no es el propósito.


En mi pequeña biblioteca tengo libros nuevos pero son los "no tan nuevos" los que me retan a diário ya que estos son herencia involuntaria de mi padre. Estos libros "no tan nuevos" me conmueven en cada página que reviso porque me llevan a pensar en los sentimientos que embargaron a mi padre cuando leyó estas mismas páginas. Esta sensación la tengo en cada uno de los libros que fueron anteriormente de mi padre.


En estos libros "no tan nuevos" pertenecen a una pequeña biblioteca y tengo la esperanza que irá nutriéndose con otros libros propios o libros heredados.


En fin, la lectura no pertenece a nadie y menos se fija si la obra que se lee perteneció a otra biblioteca.



martes, enero 20, 2015

Un feliz cumpleaños

A la mitad del viaje de nuestra vida, me encontré en una selva oscura por haberme apartado del camino recto.


Estás líneas corresponde a las primeras que se pueden leer en la Divina Comedia, una obra majestuosa escrita por Dante Alighieri, obra que empecé a leerlo ayer a las 00:00 horas.


Al referirse Dante "a la mitad del viaje de nuestra vida", según sus comentadores, este contaba con 35 años de edad, edad en la que bajó al infierno, termino medio de nuestra vida. Los círculos del infierno corresponden a las primeras páginas de esta obra fenomenal.


Ayer 20 de enero de 2015, acabo de cumplir 35 años pero no siento que sea un infierno debido a que esta edad es fenomenal, encuentras un equilibrio emocional estable, con las ideas más claras, con esperanzas muy fuertes y con una voluntad de continuar descubriéndome a mi mismo.


Mis regalos empezaron a llegar en la madrugada, un beso y abrazo de mi esposa con un feliz cumpleaños que se prolongó durante toda la madrugada; el abrazo de mi hija al amanecer, mi suegra con el abrazo y de regalo una toalla (no sé si querrá que me bañe todos los días), mi suegro con el desayuno y el café listo; mi madre y padre me llamaron acurrucándome con su engreimiento respectivo (los amo); mi hermano Igor que me llamó pero no le contesté luego lo llamé yo para que me saludara; mis hermanas que me escribieron al face; en el trabajo un abrazo de mis compañeros y de mi jefe, además me entregaron una tarjeta firmada por cada uno de ellos (buen síntoma); mi buen amigo Renzo que me llamó y yo desalentándolo con un "solo mis amigos pueden escribir en mi muro" jajaja. Luego, recibí la llamada de Enzo, fue bueno; fui a almorzar con Sergio, un buen tipo con el que da gusto conversar y compartir momentos importantes; mi amiga Verónica que recién me escribe a través de un msn a una hora antes de que se termine el día; llegué a mi casa y mi hija me dio un gran beso; reviso el face y mis grandes amigos saludándome y refrendando nuestra gran amistad, del que me llamó la atención fue el extenso mensaje que me envió Segundo nunca lo había notado tan sincero y especial. También me saludaron mis amigos de la universidad.


Bajo este contexto, el día fue bueno a pesar de haberlo regalado al trabajo; además, sólo una compañera me escribió un e-mail.


Ya se terminó el día  y los saludos fueron suficientes. Aunque sólo es perdonable algunos de mis apreciados amigos aunque tendrán que reivindicarse jajaja.


Estoy por publicar este pequeña referencia de mi día y encuentro un correo de mi gran amigo William Ramírez. Gracias brother.

martes, enero 06, 2015

La amistad laboral: existe?

Es impresionante lo que viví hoy. Durante el almuerzo me empeñaba en continuar leyendo "La Tregua" de Mario Benedetti; esta es la segunda lectura que hago de esta novela fenomenal. En estos momentos me encuentro en la página 180 y me complazco en volver a leer lo que se dice de la amistad en el trabajo y lo transcribo.

"En las oficinas no hay amigos; hay tipos que se ven todos los días, que rabian juntos o separados, que hacen chistes y se los festejan, que se intercambian sus quejas y se trasmiten sus rencores, que murmuran del Directorio en general y adulan a cada director en particular. Esto se llama convivencia, pero sólo por espejismo la convivencia puede llegar a parecerse a la amistad. En tantos años de oficina confieso que hay pocas personas a las que otorgamos afectos verdaderos. Lo demás tiene la desventaja de la relación no elegida, del vínculo impuesto por las circunstancias. ¿Qué podemos tener de común un viejo, un mayor o un joven; o un asiático, un americano o un africano? Sin embargo, a veces nos reímos junto, tomamos alguna copa, nos tratamos con simpatía. En el fondo cada uno es un desconocido para los otros, porque este tipo de relación superficial se habla de muchas cosas pero nunca de las vitales, nunca de las verdaderamente importantes y decisivas. Yo creo que el trabajo es el que impide otra clase de confianza; el trabajo, esa especie de constante martilleo, o de morfina, o de gas tóxico. Alguna vez, algún compañero se me ha acercado para iniciar una conversación realmente comunicativa. Sí, el trabajo amordaza la confianza. Pero también existe la burla. la disponibilidad de interés hacia el prójimo hay que gastarla de algún modo; de lo contrario, se enquista y sobreviene la claustrofobia, la neuratenia, qué sé yo. ya que no tenemos la suficiente valentía, la suficiente franqueza como para interesarnos amistosamente por el prójimo (no el prójimo nebuloso, bíblico, sn rostro, sino el prójimo con nombre y apellido, el prójimo más próximo, el que escribe en el escritorio frente al mío y alcanza el cálculo de interés - o derivados - para que el jefe lo revise y le ponga la inicial de visto bueno), ya que renunciamos voluntariamente a la amistad, bueno, pues entonces, vamos a interesarnos burlonamente por eso vecino que a través de ocho horas es siempre vulnerable. Además, la burla proporciona una especie de solidaridad. Hoy el candidato es éste, mañana es aquél, pasado seré yo. El burlado maldice en silencio, pero pronto se resigna, sabe que esto es sólo una parte del juego, que en el futuro cercano, a lo meor dentro de una hora o dos, podrá elegir la forma de desquite que mejor codicia con su vocación. Los burladores, por su parte, se sienten solidarios, entusiastas, chispenates. Cada vez que uno de ellos le agrega a la burla condimento, los otros festejan, se hacen señas, se sienten rijosos de complicidad, sólo falta que se abracen y griten los hurras. Y qué alivio reírse, incluso cuando hay que aguantar la risa porque allá en el fondo ha asomado el gerente su cara de sandía, qué desquite contra la rutina, contra el papeleo, contra esa condena que significa estar más de ocho horas enredado en algo que no importa, en algo que hace hinchar las cuentas bancarias de esos inútiles que pecan por el mero hecho de vivir, de dejarse vivir, de esos inanes que ceen en Dios sólo porque ignoran que hace mucho tiempo que Dios ha dejdo de creer en ellos. la burla y el trabajo. ¿En qué difieren, después de todo? Y qué trabajo nos da la burla, qué fatiga. Y que burla es este trabajo, quémal chiste"

Fenomenal Mario Benedetti quien me hace recordar que la história aún se mantiene....