En cada avance en nuestro caminar pareciera que él y yo competíamos hacia el mismo destino pero por diferentes caminos. Llegamos a la capital y trabajamos dignamente de vigilantes (él por 3 años y yo por 2 1/2 años); estudiamos las mismas carreras de Contador Público y llegamos a colegiarnos; fuímos presidente de la Asociación de Jóvenes de Madre de Dios en Lima (AJMD) él con mucho éxito pero yo llegué a cerrarlo pues las cosas no funcionaron y las prioridades empezaron hacer otras. Es acá en donde repartimos destinos porque él siguió empeñándose en apostar por el Club Departamental de Madre de Dios en Lima, del cuál llegó hacer su presidente en dos oportunidades, el mas jovén de todos y con que desarrolló muchas cosas positivas.
En la parte de los estudios, él estudió la Maestría en Administración y yo ahora estudio un MBA; él aún sigue un paso delante de mí pues también culminó con buenos méritos el doctorado en administración.
Nuestras vidas han estado marcado de mucho esfuerzo y siempe hemos apostado por el trabajo arduo y constante.
Ahora nuestras vidas están más unidas que antes pero son muy diferentes. Yo me dedico a la consultoría empresarial y él está empeñado en hacer sus mejores esfuerzos por entregar a su amada tierra y a sus ciudadanos, aquello que vino a buscar a la gran capital y porque considera que ya es hora de hacer frente a la vida para que lo nuestro suene a lo nuestro.
Mi hermano es diferente, sumamente diferente a mi pero así lo quiero y aprecio, lo cuido y él siempre sabe, al igual que mis hermanas, que siempre estaremos unidos por la misma luz que nos alumbraron siempre en nuestras vidas: nuestros padres...
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