Mi papá solía sentarse horas de horas en la vereda de la casa, casi inclinado cómodamente, para leer el libro de turno; entonces se me ocurrió que debía leer también. En esos años andaba ya entre los 14 o 15 años, cuando yo leía cosas fútiles (para papá) como condorito entre otros.
Empecé a husmear en su pequeña biblioteca y encontré (y me topaba por primera vez con esto) El amor en los tiempos del cólera. La verdad que a él nunca le había visto con este libro entre sus manos sino a los clásicos y sus narraciones difíciles (al menos eso creía yo en mis años puberes/adolecentes). Procedí a leerlo y cuando lo terminé le dije: "que tal libro este de un amor inmarchitable". Me dijo: ¿de seguro lo haz entendido bien?
Entonces supe que la forma de acercarme a él era a través de la lectura (que por cierto siempre me "castigaba" y me ponía a leer una hora cuando yo cometía alguna falta). Empecé a leer poemas de Vallejo, Neruda; novelas tipo El Conde de Montecristo; teatro tal como Fausto u Otelo...y así pero no los entendía...
Mis conversaciones profundas con mi padre empecé a tenerlas una vez que volví después de separarnos cerca de tres años cuando regresé a MdD, después del primer año en la Universidad y ya había deborado, ahora sí, muchos libros que me hicieron sentir libre y parejo con él; pero sucede que él era mayor por 40 años exactamente y lo que yo había leído por única vez él los había leído varias veces y entendido de diferentes formas, pues es bien sabido que: "las experiencias a través de la vida abren la mente a nuevos entendimientos"
Igual, gracias papá por aquellas discusiones profundas y más cuando nos pasabamos horas de horas discutiendo sobre "¿qué habrá querido decir este autor cuando dijo esto o aquello?". Como decías tú: "a tu lado y de tanta buena conversa, no nos damos cuenta y hasta el café lo tomamos frío"
Te amaré hasta que yo deje de pensar y sentir tu presencia aun estando en la eternidad insondable...
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