miércoles, febrero 08, 2023

El Fausto que fui

A veces la "toxicidad" de los tiempos actuales, en donde la ausencia ya es casi permanente, mengua nuestro propio desarrollo profesional y personal, y muchas veces se manifiesta en desgano y se pierde en la palabra no dicha. Para evitarlo, he optado por salir a correr, caminar, bicicletear y salir a conversar con algunos amigos (algunos amigos imaginarios). Mi esposa suele preguntarme: ¿con quien fuiste a tomar café?...suelo responderle: con Fausto...

En una oportunidad, un día de semana siendo cerca de las 10:20AM, mientras conducía camino a la oficina, leí: "Centro de atención, alcolicos anónimos. Reuniones todos los días de 10:30 AM, 12:30 PM, 4:30 PM". Me estacione, y asistí a la reunión sin siquiera ser el objeto de estudio pues en mi caso es extremadamente raro que yo tome una pizca de alcohol; al menos en Lima casi nunca lo hago.

Cuando me tocó hablar en una ronda de 8 personas, me preguntaron variadamente pero una tras otra respuesta: "Fausto, bonito nombre por cierto, ¿Qué nos puedes contar? ¿Cómo te haz sentido últimamente? ¿Cuántos años tienes?...¿tienes familia?...¿Qué te gusta?..."

Fausto, un nombre que mi imaginación tomó al alzar para poder hablar. Se dice que debemos hablar para que la lengua no se atrofie, el pensamiento siempre esté fresco y no olvidemos las palabras y como suenan estas". Como diría Elias Canetti en La antorcha al oído: "solemos dizfranos en quien no somos pero somos delatados por el sonido de nuestras palabras"

En fin, la cosa es que hablé como descosido durante más de 15 minutos, con ciertas pausas. Después de hablar solo atiné a levantarme, sonreír, agradecerles por el momento y salir raudo hacia donde debía ir.

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