sábado, septiembre 06, 2014

La casa abandonada

Todos a Lima!!!

Fue el grito unísono que celebraron en un primer momento. Mi familia celebraba al enrumbarse hacia un nuevo destino y la gran Lima servía como punto del destino soñado.

Igor y yo, ya vivíamos desde hace más de diez años acá en la gran ciudad, una ciudad que genera e incuba miedos pero en donde se forjan los más atrevidos sueños. Lima la horrible como lo conocía Sebastian Salazar Bondy, pero no la horrible como tal, como suponemos entenderlo sino la horrible por sus constrastes de personas, de congeneres, en donde se fusionan limeños oriundos con aquellos que no lo son.

Ahora que cito a Salazar Bondy, este insigne escritor ampliaba su forma de describir a Lima la horrible como aquella ciudad..."en la que lo provincianos se han unido y, gracias a su presencia frecuentemente desgarradora, reproducen ahora en multicolor imagen urbana el duelo de la nación"...

Eso era Lima, eso es Lima y continuará siendo. Esta ciudad en donde millones de personas se dan de manotazos, en medio de bocinas, radios salvajes, congestiones humanas y otras demencias contemporáneas para revivir" acota el gran escritor citado anteriormente.

Es esta ciudad la que pensábamos conquistar. Era un sueño, realmente era un sueño.

Databa el año 2002, mis hermanos habían alquilado un departamento en Carabayllo, en la Urbanización Tungasuca, lugar en donde llegamos a vivir cerca de 10 años. Mi padre, mi madre, mi hermana Linda y mi sobrina Tatiana, se aventuraron a esta gran ciudad.

Mi hermano trabajaba en el Banco de Crédito; yo trabajaba eventualmente preparando una que otra liquidación de impuestos y ya cursaba el tercer año de la universidad. Mi hermana Linda, cursaba el cuarto año de secundaria y mi hermana Patricia andaba por Japón.

Mientras tanto, nuestra casa en Puerto Maldonado la dejamos abandona, a la interperie inclemencia del olvido: qué estábamos pensando!? y todo este rodeo es para hablar de mi casa, la casa de mis padres...yo creo que sí.

Mi familia se aventuró cerca de cinco años a la gran ciudad, desde el 2002 hasta el 2007. Nos fué de maravilla pero se perdió un valor social muy grande: la libertad para hacer, la libertad de confiar en cualquier persona, en aquella libertdad para dejar la puerta de su casa abierta, aquella libertad pura que se disfruta de pleno en las provincias en especial en Puerto Maldonado.

La casa, nuestra hermosa casa, aquella que me albergó durante mis primeros 17 años estaba sola, abandonada a su suerte.

Recuerdo un pasaje durante unas vacaciones que fui a pasar Puerto Maldonado. Alfredo, un vecino mío me dijo: Uri, tu papá no quiere vender tu terreno? mira que está abandonado y cualquiera podría ocuparla. Yo le dije, para nada, el terreno no está en venta y nunca lo estará...al menos para terceras personas.

En cada viaje que hago a mi amada tierra, lo que mas deseo es abrazar a mis padres, contemplar la casa (todo el terreno en sí), adorarla y amalar mucho sin pensar en la mas mínima posibilidad de que un extraño pueda ocuparla.

Actualmente la casa está en un privilegiado lugar, se ha construído una muy buena pista y se vislumbra como uno de los mejores lugares para hacer negocio, en donde cada media hora transitan mas de 100 personas, tanto en moto como a pié y en donde cada una de esas personas es una gran posibilidad de hacer negocio; sin embargo, lo más importante es la casa en sí, porque su valor es lo que significa para cada uno de nosotros.

Amen para que nuestra idea de nunca abandonarla se mantenga para siempre....

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