viernes, julio 04, 2014

Las historias de mi abuelo

En los tiempos actuales, mi abuelo representaría un tipo de hombre totalmente en extinción. Honesto, sincero, leal, prudente y gran padre.

Cuando mi abuelo nos contaba alguna anécdota que le había sucedido durante el trajín de su vida, era realmente mágico. Algunas veces le pedíamos que nos vuelva a contar una anécdota que ya nos había contado mucho tiempo atrás y el tenor de su narración era tan igual del que ya habíamos escuchado. Además, era como si le hubiese sucedido el día anterior.

Las anécdotas que nos narraba iban desde lo increíble a lo realmente misterioso.

Una de las anécdota fue el de la madre de la shiringa. De acuerdo a su narración, esto le sucedió en 1919, cuando mi abuelo tenía entre 11 y 12 años. Él junto a su hermano Celso, extraían la goma del árbol del caucho en Malecón, Bolivia. Siempre lo hacían en horas de la noche. De pronto oyeron la hermosa melodía de una mandolina tocada por un ser raro. De pronto, mi abuelo y mi tío le preguntaron: quien eres y que deseas? a lo que el ser raro le respondió: sólo deseo ser su amigo!!!. Después de esto, el tío Celso desatinadamente cogió su escopeta y le increpó: que amigo ni amigo carajo y bum, bum. Finalmente, el ser raro y extraño, alcanzó a decir: "lo que me hiciste nunca lo olvidaré y tus estradas (conjunto de arboles de shiringa) nunca mas producirán". Me comenta mi abuelo que ellos regresaban a diario a cortar los árboles de la shiringa y conforme pasaba el tiempo, aquellos árboles frondosos y productivos, iban secándose y volviéndose "pobre", los que finalmente fueron abandonados debido a que se secaron.

La anécdota es mucha mas larga y traté de resumir todo lo que mi gran abuelo me narró y este es uno de los primeros.

Querido papá natico.

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